Una semana un poco rara, lo hice, hice lo que me propuse; ir a trabajar en bici. Sinceramente el primer día estaba muy nerviosa pensando en cómo iba a reaccionar el dolor de cadera y espalda, no fue tan mal me molestaba pero no me impedía el movimiento. Solo duró hasta el miércoles porque el jueves empezaron unas tormentas que hacía muchos años que no veía y menos a primeros de julio.
Madrid inundado, goteras en muchos sitios, accidentes...
Empezaron las rebajas y el lunes fui directa a por los zapatos que tenía fichados hace un mes, los zapatos para la boda de mi hermano. Los encargue porque ya no quedaba mi talla, unos zapatos de Gloria Ortiz de tacón medio y dorados, unos stilettos, una maravilla!!
Estoy deseando recogerlos 😍.
El viernes tomamos direccion a Arenas, salimos después de comer con lluvia, granizo y un atasco inmenso, y llegamos por la tarde con sol así que decidimos acercarnos a las piscinas naturales, una gozada, estábamos solos nos tumbamos y nos relajamos. Una buena dosis de tranquilidad para recargar pilas.
El alto del Torozo, ese era el objetivo, mochilas preparadas y dirección Puerto Pico para comenzar. La ruta es de unos 5 km hasta el alto, pasando por dos refugios y varias fuentes, llegando a un desnivel de 2000 mts.
Llegamos arriba, pero con tan mala pata que se acercaron unas nubes y no pudimos ver con claridad el paisaje desde arriba, aún así era precioso es como estar entre las nubes.
Bajamos al refugio a comer los bocadillos, donde nos hicieron compañía algunas vacas.
Una ruta bonita, accesible y para apuntarlo como cosas que hacer con los niños cuando vuelvan. Pero para estar todo el día.
Después de una siesta, a dar una vuelta y disfrutar del fresquito de la sierra, tuvimos hasta música en directo.
Tras otro fin de semana de mucha tranquilidad y contacto con la naturaleza, somos una pieza más de este mundo, una pieza pequeña al lado de la inmensidad de los paisajes y la belleza que les rodea.
Ruthilante
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