Dolomitas




Cuando los planes surgen es como mejor salen, este es el resumen de nuestra semana de vacaciones. La dividiré en tres bloques o tres experiencias, Maratona de los Dolomitas, subida al Stelvio y subida al Mont Ventux.

Esto es para mí como un cuento, viaje a una zona donde nunca me planteé conocer, ni se me había pasado por la cabeza y que error, es una maravilla, un regalo de la Tierra, de la naturaleza, la grandeza de las montañas igual a la belleza del paraje.

¿Por qué he pasado una semana en los Alpes ?Comienza la historia con unos amigos de la grupeta que comparten su pasión por dar pedales y por los retos,  se apuntaron por ver si les tocaba a una de las marchas cicloturistas más famosas del mundo, La Maratona de los Dolomitas, es por sorteo y está bastante difícil lograr plaza de la gran cantidad de personas que lo solicitan, estamos hablando de un sorteo para acceder a la inscripción. Por suerte les tocó a los cuatro pero, por circunstancias personales, al final ninguno podía ir,  por lo que animé a Ángel para que la hiciera, solicitaríamos una semana de vacaciones y le acompañaría. De unos años para acá tengo cada vez más claro que no hay que aplazar las cosas, si lo puedes hacer hoy hazlo, la vida da muchas vueltas de un día para otro y nunca sabemos si nos vamos a ver en esa oportunidad. Estas últimas circunstancias  que nos han tocado vivir como la pandemia, la rotura de clavícula de Ángel, han hecho un parón en nuestras vidas y planes por lo que había que aprovechar y cumplir uno de los sueños de Ángel.

Primera parte del viaje, salimos de Madrid hacia Carpentras, un pueblo muy cerca de Avignon, en la Provenza francesa, allí se divisa el Mont Vetux desde todos los puntos, lo menciono porque la idea es subir en bici a la vuelta. Después de hacernos un poco más de 1000 km, nos pusimos los cascos y rodamos un poco, hacía muchísimo viento y yo estaba agotada, pero bien mereció la pena rodar por los viñedos, de casualidad pasamos por un pueblo donde vimos en la cima un castillo, Castillo de Barroux y allí que subimos para verlo y disfrutar de las vistas. 

Cenamos en un restaurante italiano y brindamos con cervecita por nuestro 22º aniversario de casados, nos fuimos pronto a casa que mañana tocaba madrugón y muchas horas de viaje.




El sábado rumbo a los Alpes italianos, comenzamos atravesando los Alpes franceses, muchas curvas, carreteras estrechas, viñedos, el amanecer fue realzando los colores de los prados y montañas, estábamos sin habla del paisaje que teníamos ante nuestros ojos, desayunamos en Chorges, frente a las montañas, pasamos por el Puente de Savines cruzando el río Durance. Antes de llegar a la frontera pasamos por Brianzón, en los altos Alpes, y pudimos comprobar que es la segunda ciudad mas alta de Europa, a 1350 m sobre el nivel del mar, menuda cuesta había que subir para atravesar el pueblo, veía a los ciclistas y me entraban los siete males de lo que estaban sufriendo.


Entramos en Italia y empezaron las autopistas, venga a pagar, se nos fue un dineral en pagar peajes, pasamos por Turín, Milán, Verona, Trento y pasado Bolzano nos adentramos en los Alpes italianos, se estaba haciendo larguísimo el viaje, y entre peajes y obras pasaban las horas y Ángel se estaba poniendo nervioso, la recogida de dorsales era hasta las 20:00, teníamos que llegar a Badia y no sabíamos si se podía pasar, si había aparcamiento, en fin un estrés, por fin llegamos y recogimos el dorsal, no pudimos ver la feria, estaban recogiendo.


Una vez hecho lo importante nos fuimos dirección al hotel, estaba situado en Mazzin a unos 42 km de Corvara, de la llegada a meta de la marcha, durante el camino empezamos a subir puertos y bajar, me estaba poniendo nerviosita ya que a mí me tocaba ir por ese camino en bici al día siguiente, el plan era que Ángel se fuese en coche hasta Corvara, aparcara y se fuese a Badia donde era la salida, yo me acercaría por carretera en bici pero teníamos que tener en cuenta el tramos cortado por la carrera y tiempos, llegar a Corvara y esperar allí a Ángel. En fin, entre el cansancio, el desconocimiento, las curvas dichosas, las pendientes del 9%, el tiempo (indeciso), empecé a tener mis dudas de si podría ser capaz de llegar a destino. En Mazzin cenamos en un restaurante y nos fuimos pronto a dormir, preparamos todo para la marcha y a la cama, Ángel tenía que levantarse a las cuatro de la mañana, hacer siete puertos un total de 138 km y 4230 m de desnivel acumulado.

Vistas desde la habitación del Hotel Pizboe

Mañana del domingo, Ángel en su marcha, me levanté pronto, pero no demasiado, que la hora prevista para llegar a Corvara era sobre las 13:30, aproveché a desayunar en el hotel, un desayuno completo con crep de Nutella incluida, salí sobre las 10:15, 37 km por delante y pasar dos puertos, el primero más largo el Passo Pordoi de 12 km desde Canezei y 791 m de ascensor total.

 


Se me hizo llevadero ya que paré varias veces a hacer fotos, me hubiese parado más a fotografiar el espectáculo de vistas pero no podía demorarme mucho, que al final llegaba antes Ángel que yo, seguí hasta Arabba donde comenzó el segundo puerto, este más cortito pero más intenso, Passo Campolongo a 1875 m y casi 4 km, con una pendiente promedia del 7,2%, una vez coronado y fotitos tiré hacia Corvera.

Allí escuché a unas españolas y las pedí si podían hacer el seguimiento de Ángel, a ver por dónde iba, y me informaron que estaba a punto de llegar,  me puse cerca de meta con móvil en mano y a esperar a que llegara, apareció media hora antes de lo previsto por lo que seguramente se le estaba dando bastante bien, cuando le vi llegar, le llamé a grito ¨pelao¨(para que me viera) le vitoree´, le vi bien, contento, satisfecho y sobre todo lo había disfrutado.

 Comimos allí en la zona que tenían al aire libre preparada, todo muy bien organizado y limpio, por supuesto el menú era pasta de primero y chuletas de segundo, solo una cerveza por participante. Rodeados de montañas impresionantes, parecen titanes, terminamos y fuimos a descansar al hotel y a pasear por el pueblo, cenamos pronto que al día siguiente nos esperaban más sorpresas.



 


P.D. una imagen vale más que mil palabras, pero hay veces que ni las imágenes interpretan lo que los ojos ven o las palabras describen lo que sientes al percibir. 

                                                                                                                               Ruthilante

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